La gallina produce un huevo cada 24-26 horas, independientemente
de que estos sean o no fecundados por un gallo. De hecho, en las granjas de producción
de huevos solo hay gallinas ponedoras y no hay gallos, por lo que los huevos
que se comercializan no están fecundados y, por tanto, no se pueden incubar
para que nazcan pollitos.
El proceso de formación es complejo y comprende desde la ovulación
hasta la puesta del huevo. Para que el huevo cumpla los requisitos de calidad,
los numerosos componentes que lo integran deben ser sintetizados correctamente
y deben disponerse en la secuencia, cantidad y orientación adecuada. El éxito
de este proceso de formación del huevo se basa en que las gallinas sean
alimentadas con nutrientes de alta calidad y mantenidas en situación de confort
ambiental y óptimo estado sanitario. En la figura de la página siguiente
aparecen las distintas partes del aparato reproductor femenino del ave,
indicando su implicación en la formación de la yema, el albumen o clara y la
cáscara, y el tiempo necesario para el proceso.
El huevo es esencial en el proceso de reproducción. La gallina
selecta inicia la puesta de huevos hacia las 20 semanas de vida, tras un
período de crecimiento y desarrollo adecuados que le permiten alcanzar la
madurez sexual. El aparato reproductor de la hembra está formado por ovario y
oviducto, resultando funcionales únicamente los izquierdos.
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